Una vez más el sector de la educación se ve empañado por el escándalo: sustracción y venta de las preguntas para los exámenes de onceno grado. Al parecer se ven involucrados en este delito todos o la mayor parte de los municipios habaneros.

No es la primera vez que esto sucede, tampoco ahora los medios se han hecho eco. Como de costumbre, la noticia nos llega a través de alumnos o padres de éstos, cercanos a nuestro entorno, casi siempre vecinos, que se han visto afectados por estos sucesos.
Se han producido reuniones de maestros con los padres de los alumnos involucrados en las distintas escuelas, y el planteamiento por parte del profesorado, a mi modo de ver, no ha sido el más correcto y mucho menos eficaz: "No darle dinero a sus hijos para que no puedan comprar los exámenes". Esto me recuerda el famoso cuento del marido engañado que llega a su casa y ve a su esposa acurrucándose en el sofá con el amante, y enfurecido decide botar el mueble.
Una vez más quieren reprimir los efectos, sin analizar profundamente sus causas. Esto viene sucediendo en nuestros centros educacionales hace ya muchos años. No es noticia para nadie, pero el Estado sigue pretendiendo que no ocurre, y continúa ofreciendo cifras estadísticas muy favorables a Naciones Unidas, y los funcionarios de ésta divulgándolas sin tomarse el esfuerzo de verificarlas.
Es más o menos la misma política utilizada por los empleados públicos en nuestro país: "El Estado se hace el que me paga y yo me hago el que trabajo".
Mientras el Ministerio de Educación no se decida a poner fin de una vez por todas a este fraude y depurar responsabilidades a todos los niveles, esta situación seguirá repitiéndose y cada vez más la calidad y el prestigio de la enseñanza en Cuba irá decreciendo.
Según comentarios populares, muy extendidos para no ser ciertos, ni siquiera la Universidad escapa de este escándalo. Se dice que el recinto se ha visto obligado a enviar las pruebas de ingreso custodiadas por la Empresa TrasVal (Traslado de Valores), que hasta hace poco solamente era utilizada, como su nombre lo indica, para custodiar sumas considerables de dinero y otro tipo valores
Si seguimos "botando el sofá" y no denunciamos estas irregularidades y delitos, con nuestro silencio estaríamos contribuyendo aún más a la "caída en picada" hacia el abismo, de algo tan importante y preciado como es la educación y el prestigio de ésta. Recordemos que los errores en este sector se pagan a largo plazo, cuando ya casi no tienen solución.