emigraciónLic. Noel Rodríguez Ávila
Desde el punto de vista económico los cubanos han formado un sentimiento de falta de proyección del futuro, han pasado más de cinco décadas y no han visto el fruto de su trabajo, ni siquiera han resuelto sus necesidades básicas de vivienda, alimentación, vestimenta y un empleo con salario
decoroso.
La pérdida de motivación por el estudio de carreras técnicas y universitarias es porque no tienen ningún provecho económico, ni empleo para ejercer el perfil de la carrera. La inseguridad hace mirar el futuro y la vejez con temor.
No hay esperanza de prosperidad. Todo discurso tiene un enfoque político, de lo económico sólo se habla de trabajar y ser productivo, de control y exigencias, no de nuevas fábricas, de inversiones, más empleos. Se habla de una agricultura primitiva, de subsistencia. Un pueblo instruido no acepta propuestas miserables.
La libertad religiosa se tolera, pero no es del agrado del sistema. Falta la libertad de expresión.
Cuba es un pueblo educado para vigilarse uno al otro, existe la paranoia de ser escuchado y se informe a las autoridades.
La estructura organizativa del Estado está diseñada para convencernos de que todo funciona bien, o comprender por qué funciona mal, buscando causas externas, o en la gestión de la base y no en la estrategia de los superiores que nunca se equivocan, esto limita la posibilidad de cambios, todo esto se integra en cada ciudadano cubano para confirmar una personalidad frustrada, sin esperanza, fingida, sin salida, que ve fuera del país una opción, una esperanza.
La aspiración de todo profesional es cumplir una misión internacionalista para ganar un poco de dinero, hacer su casa, comprarse un carro, y tener algunas comodidades; cuando la alcanzan no quieren salir más porque no desean alejarse de la familia, de su patria.
La emigración hacia los Estados Unidos también ha sido una opción, aunque riesgosa, triste y cruel, cuando se utiliza cualquier artefacto flotante para llegar a ese país, para abrazar una esperanza de prosperidad y ayudar a la familia que con angustia espera la llamada mágica "llegue bien" y luego con agradecimiento recibir remesas que alivian el stress económico.
De todas formas la solución de los cubanos no está afuera, sino adentro.