Llama la atención que, en la mayoría de los documentos programáticos de la vieja y la nueva izquierda, se mantenga inalterable el concepto de que "los obreros y los campesinos constituyen las principales fuerzas motrices de la sociedad, conjuntamente con la participación de
otras capas de ella". Este concepto que, tal vez, en la época del socialismo utópico pudo ser válido, debido a que era una simple propuesta teórica sin ningún basamento en la práctica, hoy, y desde hace mucho tiempo, resulta totalmente absurdo.
La naciente burguesía francesa utilizó el malestar de las masas, para desatar y conducir la Revolución Francesa, utilizándolas como fuerza de choque para los enfrentamientos violentos, pero reservando para sí el papel dirigente. Los agitadores políticos rusos, autodenominándose "revolucionarios profesionales", hicieron lo mismo con los obreros, campesinos y soldados, desatando la Revolución de Octubre, pero reservándose el ejercicio del poder. Ni Robespierre, Dantón, Marat, Desmoulins y otros en la primera, y ni Lenin, Trotsky y Stalin en la segunda, fueron obreros o campesinos. En la Revolución Cubana sucedió otro tanto: ninguno de sus principales dirigentes fue obrero o campesino, sino que pertenecían a la mediana y pequeña burguesía, siendo principalmente profesionales o estudiantes. Los obreros y campesinos constituyeron simplemente la masa a utilizar.
Si somos realistas debemos aceptar que, en definitiva, Leonardo da Vinci, Pasteur, Ford, Edison, los hermanos Wright, Bill Gates y otros muchos, por citar sólo unos pocos en el campo de las ciencias, han aportado más al desarrollo humano y de la sociedad que todos los obreros y campesinos juntos, tanto en sus respectivos países como en el mundo. Desde la apropiación del fuego, pasando por la invención de la rueda, la imprenta, la máquina de vapor, el motor de combustión interna, la electricidad, la utilización del átomo, las computadoras, la internet y todo lo que hoy nos maravilla, ha estado presente el talento de personalidades geniales quienes, con su trabajo y tesón, han jugado el papel de verdaderas fuerzas motrices de la sociedad. Corresponde a ellas y no a los genéricos obreros y campesinos, el principal mérito del desarrollo alcanzado. Esto se ha repetido en la medicina, las artes, la arquitectura, el transporte, las comunicaciones y en otras muchas esferas de la actividad humana.
Pretender otorgar eternamente este papel principal a los obreros y campesinos, sin tener en cuenta el proceso de cambios continuos, además de dogmático es irreal, y forma parte de los conceptos arcaicos que aún prevalecen en parte del pensamiento de la izquierda actual. Hace mucho tiempo que la hoz y el martillo fueron reemplazados por la cosechadora y el torno robóticos programables.