Oyendo en  la onda corta hablar a un periodista, sobre la próxima presencia del Papa en Cuba,  al referirse a ésta utilizó la palabra "gira". Esto me dio mucho que pensar, pues la iglesia se ha encargado de enfatizar muy bien, que la visita de Benedicto XVI a nuestro país es en calidad de peregrino de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Hasta ahí muy bien, pero lo que ha molestado mucho a la población en general, y a muchos creyentes como yo en particular, es el hecho de que el portavoz de  su Santidad, haya expresado públicamente el deseo de éste de reunirse con Fidel Castro.

 

Si verdaderamente viene como peregrino de la Virgen, no entiendo por qué tenga que entrevistarse con Fidel Castro, que ya no es el mandatario de este país, y que según tengo entendido, está excomulgado por la propia iglesia católica. Entiendo que el Papa, como jefe del Estado Vaticano, se reúna con Raúl, ya que ambos son jefes de Estado, pero, ¿por qué con Fidel y no con las dignas Damas de Blanco?

 

Si la iglesia es apolítica, como tanto proclaman, ¿por qué dar misa por la salud y pronta recuperación del hombre que ha sumido a este pueblo en el más cruel oscurantismo, y no convocaron nunca  misas en las iglesias por  Zapata Tamayo, ni Laura Poyán?

 

Dista mucho de parecerse esta visita a la anterior de Juan Pablo II, en enero de 1998, que creó tantas expectativas de esperanza y movilizó espontáneamente al pueblo cubano, sin convocatorias previas en centros de trabajo y estudio. A tal punto que, cuando el Gobierno se percató de la gran cantidad de pueblo que movía la presencia del Papa entonces, para no quedar atrás, organizó a última hora convocatorias públicas,  para un recibimiento que, de hecho,  ya estaba asegurado espontáneamente por la propia población.

 

Recuerdo, por aquel entonces, el entusiasmo contagioso que nos movía. Yo particularmente gocé mucho de ello, con la presencia en nuestra casa,  por esos días, del Padre José Conrado, con el que acudimos a pie y llenos de entusiasmo hasta la Plaza, para participar de la misa. En aquella oportunidad coloqué en mi balcón, por primera vez en más de cuarenta años, una bandera: la del Vaticano, para asombro de mis vecinos, que a pesar de sus constantes "invitaciones" nunca volví a poner una bandera cubana, la que tengo y guardo con mucho amor, para colocarla de nuevo ondeante, en mi balcón, cuando mi patria vuelva a ser libre.

 

Esta vez, lo digo con todo respeto y sinceridad, veré la misa por televisión. No por esto me considero una mala religiosa. Soy católica por vocación, pero no me ciega la fe. No me gusta ser manipulada por nadie ni por nada. Creo en Dios, soy devota de la Caridad del Cobre, pero hace algunos años dejé de ir a la iglesia. Acudo solamente en ocasiones muy puntuales: algún bautizo, alguna boda. No me gustó  nada aquella convocatoria a la que hice referencia al inicio de este escrito y por ello, decidí tomar distancia. No obstante, pienso que esta visita  puede dejar un saldo positivo: todo dependerá ahora de su Santidad Benedicto XVI  y de la actitud ciudadana a posteriori.